viernes, 23 de mayo de 2008

El legado del paro

A nuestros estudiantes de la carrera de metalurgia en la USM:

A 5 semanas de haberse iniciado el movimiento que mantiene a la USM en un estado de excepción, quiero expresarles algunos puntos de vista respecto de la situación presente:

Contenido del movimiento

El movimiento se inició en torno al proceso de otorgamiento de pases escolares, la norma tarifaria vigente y el riesgo de un alza abrupta en el valor del pasaje. A la fecha el movimiento ha logrado hacer conciencia del problema en un gran sector de la ciudadanía; también en obtener del gobierno un compromiso de congelación de la tarifa actual mientras se tramita una nueva legislación que establece un subsidio permanente y uniforme en todas las regiones al transporte de estudiantes en buses de la movilización colectiva. Está por concretarse también un mesa de negociación para explícitamente tratar la derogación de los decretos que fijan el marco actual. Desde este punto de vista específico, el movimiento puede considerarse básicamente como exitoso.

Base política del movimiento

El movimiento ha tenido el apoyo sostenido de la casi totalidad de los estudiantes, eso sí en distintas modalidades. La gestión creativa ha sido llevada por una fracción reducida del alumnado con un alto grado de compromiso con la misión autoimpuesta, ideando y poniendo en práctica diversas acciones para sensibilizar a la opinión pública y las autoridades. Una parte importante de estas acciones estuvo enmarcada en una lógica de no violencia activa que respeta escrupulosamente los derechos de terceros, lo que enaltece a sus gestores. Como es de esperar en este tipo de conflicto, también hubo acciones violentas, siendo lo más recurrido impedir el flujo vehicular en horas críticas, obligando a un gran número de personas a hacerse parte del conflicto de esta forma hostil y generando diversos enfrentamientos con la fuerza pública. Esta metodología escaló a un extremo inaceptable al atentarse una noche violentamente contra la seguridad física de personas inocentes que circulaban por la Avda. España, amparándose en la infraestructura de la institución. Esto provocó tanto un endurecimiento de la acción de la fuerza pública en lo sucesivo, como también una toma de conciencia del propio alumnado de los límites en las acciones que legítimamente se pueden emprender para hacerse escuchar. Posteriormente las acciones retomaron un cauce más expresivo que agresivo.

Paradojalmente, el mayor apoyo al movimiento proviene de los estudiantes que sin participar en acciones concretas, han validado con su ausencia el llamado a no asistir a clases. Sin su permanente y decidida contribución, el paro no podría haberse sostenido tanto tiempo. También lo han apoyado quienes estando en desacuerdo, han renunciado a hacer valer sus derechos. Sólo una pequeñísima fracción del estudiantado ha expresado su oposición en forma activa y permanente, enfrentándose sin éxito a la aplastante mayoría en favor del paro.

Consecuencias educacionales

Desde un punto de vista educacional, el paro ha sido una experiencia intensa de aprendizaje (en general, no sólo política) para quienes lo han sostenido activamente. A través de debates, tomas de decisión, diseño de acciones, puesta en práctica, conflictos, combates callejeros, aciertos, desaciertos, y reinvención periódica del sentido del proceso, han ganado un conocimiento que es mucho más que discurso, porque afecta el carácter. Sin embargo, el paro también ha desnudado algunas limitaciones colectivas que es necesario asumir:

La inacción como opción mayoritaria. Apoyar un movimiento por la vía de ausentarse de la Universidad es una postura de nula dificultad, que no exige nada de cada uno, y por lo mismo, de nulo valor educacional. Así no se crece. Así no se forman líderes. Así no se cumple la expectativa de una formación que habilite para jugar roles gravitantes en la empresa, la vida pública o la creación en sus diversas formas. En la misma línea, he escuchado explicaciones de parte de estudiantes que desaprueban el paro, asociadas a la actitud aplastante de muchos a la opinión disidente en las asambleas. Sin perjuicio de hacerse cargo de ese efecto de la metodología escogida por los estudiantes para tomar sus decisiones, debe llamarnos a reflexión la falta de opciones que un número probablemente importante de estudiantes tiene frente a un conflicto que rompe su fluir cotidiano. Siempre habrá situaciones inesperadas, donde se quiebra el consenso y se generan conductas que se desvían del equilibrio acostumbrado. Pero quienes se forman como ingenieros, deben asumir que sus roles profesionales siempre implican tomar iniciativa para enfrentar contingencias o crear rumbos de acción bajo presiones de todo tipo: económicas, tecnológicas, laborales, competitivas, climáticas, o de conflicto interpersonal. Actuar adecuadamente en estos contextos no es sólo un problema intelectual que se resuelve con "cursos". Implica desarrollar sensibilidad y temple del carácter, que sólo surgen de la práctica, de vivir situaciones reales y aprender a sortearlas, aprendiendo de los aciertos y desaciertos. Este es un tema que debemos incorporar a nuestra agenda de trabajo departamental, con una introspección colectiva y luego un debate acerca de cómo aprender a vencer los bloqueos y desarrollar conductas más activas frente a situaciones de cambio. Tenemos una tarea por delante.

En la misma línea de formarse para ejercer roles gravitantes a lo largo de la vida, es necesario desarrollar capacidad de construir propuestas. La ruptura de la normalidad generalmente surge por negación u oposición a una realidad u orden dado. Sabemos que un orden es una configuración improbable, escogida entre un conjunto mucho mayor de realidades alternativas. Rechazar es por ello una opción que no exige mucho pensamiento, sino más que nada coraje para enfrentar las fuerzas estabilizadoras de la represión externa y el miedo personal. La construcción de una nueva propuesta implica en cambio un proceso de construcción de un orden como visión específica, un trabajo de selección de opciones entre un sinnúmero de posibilidades que hay que ser capaz de imaginar, analizar y sintetizar. Esto agrega fuertes demandas de tipo intelectual a las personas, lo que también requiere formación y compromiso personal. No se puede esperar una acción eficaz en lo tecnológico, empresarial o político, sin ideas bien estructuradas. Para ello se requiere paradigmas poderosos, información de diagnóstico válida y planes de acción coherentes. Por lo mismo, tampoco hay que sobrevalorar movimientos que se sustentan en "no a" lo que sea. Nuevamente, aunque el currículo contenga oportunidades de desarrollo de capacidad de propuesta, no fructificarán si no son asumidas con claridad por los estudiantes en un compromiso personal y colectivo. También hay aquí un tema departamental en el logro de capacidades de construcción de ideas originales para orientar la acción. No basta con oponerse. Queremos formar constructores de una mejor sociedad.

Gobierno estudiantil. Los profesores hemos sido críticos del gobierno del conflicto en base a una asamblea de la fracción presente de estudiantes. Si bien esto responde a una realidad práctica (los demás estudiantes no están, la federación como organización está en colapso), la asamblea presenta debilidades intrínsecas como mecanismo de gobierno democrático.

La democracia puede ser directa o representativa, según el tamaño de la comunidad. La democracia directa es operacionalmente factible sólo en grupos pequeños de personas para dar una oportunidad efectiva de expresión a cada uno de los miembros, que conduzca a toma de decisión informada. Cuando la escala de la comunidad crece, se hace necesaria la delegación del poder en equipos reducidos de personas que pueden operar a su vez democráticamente (como un directorio) o bien elegir un monarca (presidente) con poderes definidos. La delegación se realiza a través de mecanismos plebiscitarios donde se debe garantizar el acceso a todos para ejercer su derecho a decisión informada y libre de coerción. Una asamblea demasiado numerosa es una delegación de facto del derecho a expresión a un número limitado de oradores. Dado que el número de oradores es una cifra aproximadamente constante, mientras mayor es el número de personas presente en la asamblea, menor es la probabilidad de tener derecho a expresión, lo que segrega a los partícipes en la clase activa de los hablantes y la pasiva de los oyentes.

En segundo lugar, dado que la circulación de informaciones es por vía oral, quienes tienen mayor conocimiento de la retórica y las artes teatrales están en posición ventajosa para ubicarse como hablantes e influir en los estados emocionales de los asistentes. Debe tenerse en cuenta que la proximidad física de grandes masas de personas es un efectivo inhibidor del sentido crítico, promoviendo en cambio conductas de respuesta impulsiva a estímulos metaverbales. Si bien estas prácticas se remontan a lo menos a la Grecia antigua o al circo romano, los regímenes fascista y nazi de la primera mitad del siglo XX desarrollaron técnicas sumamente elaboradas de manipulación en este sentido. Los espectáculos deportivos y los conciertos de música rock son otra muestra extrema de los estados de conciencia alterada que pueden lograrse bajo estas condiciones. La asamblea recurre sólo a la vía auditiva para comunicar ideas, a pesar de nuestra mucho mayor construcción de realidad en base a lo visual. La falta de texto escrito y el rol mayoritariamente pasivo de los presentes da escasa oportunidad de reflexionar serenamente en un diálogo activo. Si a ello se suma la práctica habitual de abuchear al que se expresa en términos divergentes, esto se constituye en un mecanismo efectivo de coerción de las minorías o las mayorías no entrenadas para resistir estas presiones, para beneficio de grupos organizados. El gran ausente es el respeto por un otro libre de presiones. El miedo es claramente un restrictor de las posibilidades de acción, reduciendo el campo de conciencia a unas pocas opciones susceptibles de manipulación por parte de los más fuertes. Además, aunque no hay señales de que esté ocurriendo algo así, el voto no secreto da pie a formas concretas de coerción a través de amenazas de agresión veladas o abiertas a quienes piensan y opinan distinto de grupos de poder.

Debe asumirse en todo caso que en toda delegación de poderes también se esconden formas potenciales de abuso, generalmente asociadas a la manipulación de la información, a la gestión en función de intereses arbitrarios o ajenos a la comunidad o al uso abusivo de recursos comunitarios. Los grupos organizados pueden influir de otras maneras (propaganda, desinformación, terrorismo, uso intensivo de recursos provenientes de los más poderosos, sobornos, etc.), por lo que no debe deducirse de nuestra crítica que sólo la asamblea presenta limitaciones. El propósito de nuestro análisis es más bien alertar a los estudiantes, respecto de las implicancias de sus decisiones soberanas en materia de mecanismos de gobierno de sus acciones como comunidad. El gobierno democrático requiere de mecanismos adecuados al tamaño de la comunidad para ofrecer un proceso legítimo de toma de decisiones participativo, libre e informado.

Ser dirigente. También he observado la curiosa mutación de los dirigentes en "voceros", donde éstos declaran no tener poder y ser simples portadores de mensajes desde y hacia la asamblea. De partida esta es una entelequia (un invento artificioso) que oculta el hecho práctico de que por el sólo hecho de tener más información, y de controlar su flujo, ya se está en una posición de poder para influir en las decisiones. Tales "voceros" son de hecho dirigentes en una posición muy cómoda, porque siempre pueden eludir responsabilidad en la suscripción de compromisos. Sin embargo, también tengo la impresión que en un número no menor de casos, la vocería es más bien expresión de una sensación personal de impotencia, de incapacidad de influir en la opinión de los demás. En otras palabras, de incapacidad de liderar. Los dirigentes per se son a la vez intermediarios de información y generadores de opinión. Para ello requieren obviamente de confianza en sí mismos y su capacidad retórica, para decir sin temor lo que piensan frente a una multitud. Esto parece estar ausente de algunos de nuestros dirigentes. Esa es también una tarea formativa que es de interés institucional abordar. No vamos a formar grandes emprendedores, gerentes o líderes políticos a partir de estudiantes que sólo se sienten capaces de repetir mensajes, sin tener algo propio que decir, o la voluntad de hacerlo, o la habilidad para comunicarlo con éxito.

Ajedrez y fútbol. Otra curiosa construcción mental que observo es la tendencia indiscriminada a calificar de excesiva la violencia policial, mientras se subestima la propia. Sin duda que la policía puede cometer efectivamente excesos en su accionar, pero eso no significa que sea así en todos los casos. Por lo general, la policía actúa en forma reactiva contra grupos cuya conducta va desde no dar garantía de actuar pacífico (a juicio del responsable de la fuerza en todo caso, algo de por sí interpretable), hasta disolver manifestaciones flagrantemente violentas, con toda una gama de posibilidades intermedias. Cuando actúa, lo hace obviamente por la fuerza, y en ese contexto siempre hay damnificados. A modo de analogía, si en medio de una partida de ajedrez, un jugador propinara un puntapié a su rival en cualquier parte de su anatomía, sería una falta descalificadora inaceptable. En un partido de fútbol, en cambio, los puntapiés se suceden una y otra vez, generando tiros libres, tarjetas amarillas y expulsiones según la circunstancia y el juicio del árbitro. Pero todo el mundo asume que la gestión de esas faltas es parte del oficio futbolístico. Lo que resulta eso sí incoherente, es que se juzguen los propios puntapiés como parte del juego en el fútbol, mientras que los de la policía se los juzga como si se tratara de un partido de ajedrez. Siempre hay que dar una segunda mirada a esos juicios.

La falta de oferta de la USM más allá de la docencia para "estar" en ella
. La ausencia de tantos estudiantes durante este conflicto me invita a pensar acerca de lo poco acogedora que la institución resulta a muchos estudiantes. ¿si no hay clases, no hay nada más que hacer? Deporte, eso se ha visto. La acción politica del paro, también. Sin duda, otras acciones que no identificamos de individuos o grupos. Pero me queda la impresión que para la gran mayoría ausente la USM no es el espacio propio para construir sus sueños junto a sus amigos, sino un sistema ajeno de exigencia docente de rasgos más bien opresivos, del que huyen cada vez que pueden. Hace muchos años, durante una huelga, aprendí a usar cada uno de los componentes y accesorios del hoy extinto microscopio Leitz MM5, una joya tecnológica de entonces. No se me pasó por la mente no venir a la USM, sólo estuve ocupado en cosas que me interesaban a mí y algunos otros compañeros, y que tuve oportunidad de aprender entre medio de otras actividades. Quizás los profesores de aquel tiempo fueron más acogedores de lo que somos nosotros hoy día. Me entristece esa ausencia, tanta oportunidad desperdiciada.

La coyuntura

Escuché personalmente al Vicerrector Académico apelar al buen juicio de los dirigentes de centros de alumnos durante una reunión para que ejercieran su rol de tales y sopesaran los costos y beneficios de mantener el paro frente a sus compañeros. Ya se agotó toda la holgura que el calendario permitía para postergar este semestre y el siguiente. Si las clases se reiniciaran el martes próximo, el segundo semestre terminaría entre el 15 y 18 de diciembre, con todos los trastornos y mayores gastos que eso trae de por sí a los que no viven en esta zona. Si el paro continúa por más tiempo, sólo podría mantenerse el compromiso docente programando actividades en enero, lo que genera ya dificultades prácticamente insalvables. Sorpresa me ha causado descubrir que algunos de los dirigentes presentes escucharon este llamado como una presión amenazante. Personalmente no percibí en modo alguno que hubiera un matiz de amenaza en las palabras del vicerrector, salvo el peso de hacerse bruscamente cargo de las demás consecuencias de sostener el paro.

Hago mío el llamado del vicerrector, y les invito a retomar la vida académica normal, con los aprendizajes que deja este proceso, y por sobre todo, para hacernos cargo de los desafíos que procuré perfilar a lo largo de esta carta.

Cordialmente

Waldo Valderrama R.
Director
Departamento de Ciencia de Materiales

1 comentario:

Lagarto dijo...

Profesor...

Tomandome la libertad que la web nos entrega, leí su carta.

Concuerdo con ud en todo, y quería agradecer por entregarme argumentos que me fueron esquivos en muchas discuciones que lleve a cabo en tiempo de paro.

Ademas, es muy motivadora su misiva y personalmente lleva a cuestionarme y a entrar en una reflexion auto critica de mi persona.

Saludos

Shamir Escobar