miércoles, 20 de octubre de 2010

¿De qué se trata la responsabilidad social?

Hace algún tiempo leí en la prensa la declaración de un dirigente empresarial que decía: "Para incorporar Responsabilidad Social Empresarial (RSE) debemos comprometernos con una causa: niños en riesgo social, ancianos abandonados, enfermos que necesitan costosos tratamientos, discapacitados que quieren insertarse en el mundo laboral." En otra ocasión, una gran empresa nos ofreció equipos a precio rebajado para nuestro laboratorio universitario, informando que el descuento lo financiaría su Unidad de Responsabilidad Social. En ambos casos, el concepto implícito es que ser socialmente responsable es destinar recursos para ayudar a otros (más necesitados).


Sin perjuicio del valor de ayudar, entiendo algo diferente por responsabilidad social: el esfuerzo sostenido de una organización para autoevaluarse respecto de los efectos que genera en su entorno, priorizando la acción de mejora en los más indeseables. Responsabilidad social no es filantropía para influir en la imagen pública, o para satisfacer la necesidad de sentirse buenos y generosos. No consiste en escoger al arbitrio dolores ajenos para mitigar, sino en garantizar que no se es la causa de dolores en el día a día de la propia acción empresarial. Es comprometerse a trabajar para no ser una carga para la sociedad y el planeta, y a responder dando cuenta periódica de ello.


Según ello, actuar en forma socialmente responsable lleva a revisar cosas tales como la honestidad de las prácticas de negocios en la propia organización, la veracidad de la información que se entrega acerca de los productos o servicios, la emisión de residuos y el manejo que se hace de ellos, el respeto hacia las comunidades vecinas, las prácticas laborales, el desempeño energético o el uso del agua, por mencionar los más frecuentes o relevantes. Todos estos ámbitos tienen en común ser vulnerables a prácticas abusivas, caracterizadas por no asumir algunos costos, cargándolos a otros o al patrimonio común.


La mitigación o erradicación del eventual daño que la acción cotidiana de la organización genera en el entorno, está por sobre la comisión de actos esporádicos de solidaridad. Así, reviste mayor prioridad reducir o eliminar la emisión de aguas contaminadas provenientes del proceso productivo, que financiar la reparación de una escuela. La construcción de un espacio deportivo comunitario no es opción respecto de garantizar la seguridad de los propios trabajadores. La clave está en el orden: corregir falencias va primero.


La responsabilidad social no se plantea como algo a fiscalizar, sino como un compromiso asumido en forma pública y autónoma. Significa autoimponerse obligaciones fundadas en convicciones y garantizar que se juega limpio, que se pagan todos los costos. Por eso, incluye dar cuenta pública a través de informes que están siendo normados internacionalmente en su elaboración y contenido para garantizar que son representativos. Por supuesto, van más allá de un reporte de donaciones.

martes, 27 de julio de 2010

Perdone que lo moleste, profesor...

No deja de sorprenderme que la mayoría de los estudiantes que me escriben para plantear algún tema de mi competencia, se excusan profusamente al comienzo, entremedio y al final por "molestarme". Quizás se trata sólo de una forma de cortesía desconocida para mí, surgida entre las nuevas generaciones, y que debe ser interpretada como una fórmula ritual, con la exageración propia de los dichos corteses. Estaría tranquilo si así fuera.

Sin embargo, no puedo dejar de interpretarla en un sentido literal, es decir, sentir que la persona que me escribe siente a su vez que me molesta, que él o ella son molestia. Me duele cada vez.
Si la sensación de ser molestia es real, entonces la calidad de nuestra educación está amenazada. ¿De dónde surge si no es por cortesía?

Me preocupa que
eso pueda ser resultado de selección natural según las experiencias vividas en nuestra institución por nuestros estudiantes. Quizás les hemos hecho sentir mayoritariamente que tenemos cosas más importantes que hacer, que el horario de atención de estudiantes es para que no molesten el resto del tiempo, o simplemente, que nuestro apellido es Rottweiler. Quienes llevan más tiempo con nosotros pueden dar fe que no es mi caso. Tengo muchísimos defectos, pero siempre doy prioridad a escuchar a cualquier estudiante que desee comunicarse conmigo.

Escribo estas líneas para invitar a la reflexión sobre el trato entre estudiantes y profesores. Ningún estudiante debe sentir que es motivo de molestia cuando se comunica con un profesor haciendo uso de su dignidad básica como miembro de esta institución.

Los profesores no somos sacerdotes intocables, por más que el proceso de aprendizaje del lenguaje de la ciencia nos ponga en situación de jueces y verdugos involuntarios de las aspiraciones estudiantiles. Tampoco somos funcionarios para dar atención interesada al "cliente" estudiante, lo que puede llegar a ser una sutil forma de rebajarnos cuando de educar se trata.

Cada estudiante es un profesional en formación, desde el primer día que se matricula en nuestra Universidad. Esa formación está confiada a otros profesionales, los profesores en todos sus rangos, cuya tarea no es sólo dar clases. Tan importante como el rito docente en sala es el diálogo personal y colectivo: acompañando al proceso formativo, compartiendo conocimiento y experiencia, corrigiendo errores, promoviendo conductas y formas de pensar, realizando acciones en común, creando vínculos. Los estudiantes no sólo tienen derecho a esta comunicación, sino que necesitan de ella para aprender a pensar, sentir y actuar como profesionales competentes. La tarea de los profesores es llevar la enseña (la bandera), es decir, mostrar el camino. Para que los profesionales en formación sepan cómo pensar, sentir y actuar, necesitan que los profesores se muestren a sí mismos en su propio pensar, sentir y actuar. Los estudiantes aprenden a ser profesionales de la misma manera en que un bebé aprende a hablar: actuando en el seno de una comunidad de hablantes, aceptado y guiado por sus miembros. Si alguien no se deja ver, o nubla el entendimiento y la emoción del estudiante haciéndole sentir que es una molestia, no sólo realiza mal su tarea de profesor, sino que causa daños irreparables en lo más hondo.

Invito a la comunidad a conversar y comentar este tema abiertamente, y a publicar sus propias reflexiones. Nos dignifica y nos hace ser una mejor escuela. No es molestia...

viernes, 25 de junio de 2010

A propósito de pastores y rebaños

Tiempo atrás leí una noticia en La Nación (click aquí), que describe el punto de vista de un sector de la Iglesia acerca de la homosexualidad, calificándola como desviación y/o enfermedad, susceptible de ser tratada con bizarras terapias. Me sorprendió lo burdo de la propuesta, aunque la descripción no es de primera mano.

Allí se mencionaba la participación del actual Obispo Auxiliar de Santiago (F. Chomalí), en cursos sobre la materia con un grupo de estos especialistas. Buscando, encontré un documento de dicho obispo y colaboradores sobre la homosexualidad (ver aquí) .

Interesante escrito, con el sesgo acechando en las bases mismas de la mente de los autores, visible en detalles como las preguntas generales que se formulan, el origen de las citas bibliográficas (mayoritariamente USA e Italia), o la cita de investigaciones, que decrece desde los argumentos biológicos a los psicológicos y los sociológicos, abriendo paso al "yo creo" o "la Iglesia sabe" que al final eclosiona sin obstáculos. De lo dicho hay, sin embargo, varias consideraciones que me resultan atinadas, y que en general dicen relación con dar a la vida homosexual por defecto un carácter paralelo a la vida familiar de hombres y mujeres. No me compro el discurso de "tercer sexo", orientación sexual "libremente escogida", familias homosexuales realizando crianza y otras yerbas que circulan.

Pero la tesis católica de que vida sexual y procreación van unidas es precisamente lo contrario de lo que pretende: pone a los seres humanos en línea con los animales, ignorando lo específicamente humano, que es en este ámbito, la extensión de la sexualidad más allá de la procreación.

A modo de apreciación, de razones en razones, finalidades y deberes ser, en el trasfondo surge la incómoda relación de la Iglesia Católica con el placer, con Dionisos, con la vitalidad libre de amarras, con la falta de finalidad, con la exploración y el descubrimiento.

Me recuerda una frase de Saint-Exúpery en "Ciudadela": El arte del razonamiento que permite al hombre equivocarse...

Me sorprendió también que el Secretario de Estado Vaticano Bertone planteara la relación frecuente entre pedofilia y homosexualidad. ¿A propósito de qué? ¿Es prerrequisito para la pedofilia la homosexualidad? ¿Hay base para tal afirmación? ¿Qué implica? ¿Abrir un debate estéril para distraer la atención? ¿Y si así fuera, qué?

Lo que me llama aún más la atención es la ligereza con que casos que involucran a sacerdotes y poderosos de la Iglesia, se describen como actos individuales, como "afectividades descontroladas", como faltas de niño y no como los delitos que son. Tampoco se investiga el encubrimiento, la complicidad de terceros, y otras forma de asistencia que requieren para consumar sus acciones.

Creo que la pedofilia no es algo individual, sino más bien es parte de un sistema. La pedofilia brota más fácil en el campo del celibato, el poder sobre otros y la garantía implícita de impunidad desde la jerarquía, que se resiste a asumir responsabilidades sociales, utilizando prácticas sectarias y un derecho propio que pretende en los hechos por encima del civil. En Chile hemos sabido de acciones delictuales de congregaciones obstruyendo la justicia una y otra vez para amparar a sus miembros menos respetuosos de la dignidad de su función.

Los que usan el lenguaje de pastores y rebaños de ovejas, no debieran olvidar que los pobres pastores solitarios solían calmar su humana vitalidad con algunas de sus ovejas, y allí donde esa actividad aún perdura, lo seguirán haciendo. El pastor tiene el dominio, se sirve de... en vez de servir a...

La que tiene que reflexionar es la organización completa que facilita y ampara estas conductas, en particular revisar su creencia de estar "por encima" de este mundo, el que pretende de ovejas obedientes que requerirían de "pastores" para saber qué hacer con sus vidas. La tentación de dominio sobre los que se juzga más débiles siempre ronda por aquí y allá.

Como siempre, el gran Fernando Montes S.J. es la voz cuerda en todo esto, según le escuché en unas breves declaraciones a CHV más o menos así : - Nos están pasando la cuenta por pretender saber demasiado sobre sexualidad, reproducción, píldora del día después, etc., e imponérselo al mundo, mientras que en nuestra propia casa las debilidades humanas están dolorosamente presentes. Debemos ser humildes.