domingo, 10 de septiembre de 2017

LA LUCHA COMO ERROR CONCEPTUAL

Usamos el término "lucha" para describir muchas de nuestras acciones para cambiar entornos, sin detenernos a pensar que "lucha" presupone representarse la experiencia como un combate con enemigos, con un mutuo propósito de destruirse, y donde por ello cada situación adversa es interpretada como proveniente de una mente organizada que ejecuta procesos destinados a causarme daño y exterminarme en último término. 


Sin perjuicio de que a veces es pertinente esta visión, en muchas otras ocasiones (la mayor parte creo yo), no hay tal lucha, sino el esfuerzo por ordenar elementos descoordinados, que con su propia inercia se mueven en direcciones que no construyen nada, o a veces generan destrucción a su paso. Lo importante es que en ese trabajo articulador y ordenador, las dificultades, los trabajos que es necesario realizar, no implican "doblegar" una mente enemiga que "organiza" nuestras dificultades para que sean tales. No hay tal mente. Simplemente el caos de movimientos desarticulados que se requiere alinear, y para eso hay trabajo muchas veces duro. Cualquier emprendedor, creador, o pionero sabe que las más de las veces no hay tal enemigo, solo desorden u orden diferente de nuestra visión, que cuesta trabajo recrear, reordenar.


Quienes habitualmente creen en seres inmateriales fisgoneando en todas partes y "actuando" milagrosamente más allá de las leyes naturales, están más expuestos a imaginar la desgracia o la adversidad como la acción de un "maligno". Y vamos luchando, destruyendo, matando, exterminando en nombre de los buenos. 

La emocionalidad que hay detrás de la lucha es innecesariamente violenta y catalizadora de más violencia. Una variante del principio de Hanlon dice "no atribuya a la malicia lo que puede ser simple caos natural". La próxima vez que piense en "lucha", verifique la existencia de una mente enemiga que se le enfrenta. Es muy posible que no la haya. Se enojará menos, trabajará mejor, y su entusiasmo será contagioso.