miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Y ahora qué podemos hacer?

Tras largos meses de universidad alterada, los profesores hemos adherido a una iniciativa de programar un segundo semestre, aunque sea en condiciones difíciles, y de "invitar" a los estudiantes a retomar una vida académica más tradicional. Sin embargo, los estudiantes más activos no han tomado bien la medida, iniciando una seguidilla diaria de tomas y desalojos que puede continuar indefinidamente. No están dispuestos a volver a clases con ánimo derrotado.

Muchos profesores hemos manifestado claramente a lo largo del tiempo nuestra simpatía por el movimiento, y la Universidad en general ha respetado en estos meses las decisiones de la institucionalidad estudiantil. El llamado a reiniciar los estudios profesionales se funda en la necesidad de preservar la institución, que agota sus recursos sin cumplir con sus propósitos inmediatos. Las tomas son lamentables, pero no podemos condenarlas ignorando el contexto en que ocurren.

El movimiento es un levantamiento social mayor de los jóvenes contra el abuso cotidiano en forma de leyes incumplidas, desregulación y transferencia de recursos del Estado a sostenedores y bancos sin correlato claro con una creación de valor educativo. También lo es contra la deficitaria inversión del Estado en todos los niveles educativos. Sin embargo, el cuestionamiento más profundo es a la concepción doctrinal que subyace a la estructura del sistema y al orden legal vigente en Educación. El tratamiento de la educación como un mercado de servicios genera segregación social, profundiza la desigualdad de oportunidades y hace de la educación un sistema de preservación de privilegios.


Es comprensible que el giro doctrinal profundo que significa excluir la actividad educacional del espacio de actividad empresarial con fines de lucro encuentre resistencia en un gobierno de derecha. Sin embargo, hay una aplastante mayoría que apoya al estudiantado, y el gobierno presenta un nivel récord de impopularidad. Podría esperarse según ello esfuerzos por lograr alguna sintonía con las demandas.

Sorprendentemente, ahora que el gobierno ha dado a conocer su proyecto de ley de presupuesto para el siguiente año, las primeras informaciones y declaraciones señalan que respecto de la educación, el proyecto decrece la tendencia al alza de aportes en general y en lo universitario, favorece al sector privado. Aunque faltan antecedentes para hacerse un juicio más fundado, parece ser que la capacidad de escuchar para hacer buen gobierno, innecesaria durante la dictadura, es una carencia crónica de los gobernantes. No deja de sorprender que gente formada extensamente en escuchar las necesidades de clientes en el mundo comercial no logre trasladar estas habilidades a la acción política. La actitud del Gobierno no puede sino profundizar la crisis y encender aún más los ánimos.

Las posibilidades de realizar docencia normal se alejan cada vez más. Aunque se logre volver a clases, será en medio de marchas, incidentes y alguna cuota no despreciable de violencia del segmento más limitado o dañado en materia conductual, descargada muchas veces sobre gente inocente. ¿Qué oportunidad se esconde tras esta crisis? ¿Qué podemos hacer de manera diferente? ¿Como puede aportar una Universidad Técnica al debate que el Gobierno elude en los hechos?

Un tema que me parece propio es el del sistema de formación de recursos humanos para el sector productivo. Varios subtemas se desprenden de allí. ¿Cómo puede equilibrarse la balanza entre la formación de técnicos, la de ingenieros y la de postgraduados? ¿Cómo desarrollar metodológicamente la formación para hacerla progresiva en vez de segregada? ¿Cómo contribuir a hacer empresas menos estratificadas, más comunicadas, más centradas en el servicio y la calidad, verdaderamente respetuosas de las personas? ¿Cómo estimular conductas innovadoras desde la formación? ¿Cómo promover valores de sustentabilidad que posibiliten un clima de innovación generalizado en las empresas?  ¿Cuánto contribuye la formación tradicional magisterial al fracaso académico y al desarrollo de valores autoritarios? ¿Cómo podemos reorganizar los roles, espacios y currículos en la Universidad para crear un clima de excelencia y creatividad, a menor costo de tiempo y recursos? ¿Cómo formar investigadores-emprendedores? ¿Cómo formar en ciencia en el mundo escolar para estimular a la exploración, a la comprensión y protección del mundo material?

La explotación de recursos naturales conduce a productos de características estáticas (cátodo de cobre, harina de pescado, celulosa, alimentos con diferenciación artificiosa mediante envases ad hoc), dependientes de la demanda gobernada por vaivenes económicos. La economía del conocimiento y la innovación es menos crítica y más prescindible en este contexto. Es probable que la evidencia empírica sustente mi creencia en que la innovación florece en medio de una población menos estratificada, más educada (respetar y valorar personas) que erudita (saber muchas "cosas"), con un elevado sentido de su propia dignidad, capaz de colaborar y de entender los límites de la competencia, y, con capacidades técnicas, comerciales y estéticas para comunicar y hacer valorar su cultura en forma de productos.

Cuando empecé a escribir esta columna, lo hice lleno de zozobra por lo que está ocurriendo, con una sensación de impotencia. Me equivoqué. Podemos hacer mucho, si es que nos organizamos para hacer y responder las preguntas adecuadas.

lunes, 8 de agosto de 2011

La nueva oposición

He escuchado a nuestros estudiantes rechazar con convicción al conjunto de la clase política, los que ejercen las funciones de gobierno, legislación y diálogo político. La oposición ya no es la fracción del parlamento correspondiente a los partidos no gobernantes: está en la calle, en las universidades y colegios, en las ventanas que emanan la música de las cacerolas.

El gobierno hace propuestas que esta oposición rechaza de plano, sin discriminar "partes buenas" o "malas". Intenta escuchar, pero no entiende el fondo de lo que estos jóvenes respaldados claramente por sus familias demandan: ¡CAMBIO DE MIRADA! Antes de cualquier medida técnica de cómo legislar o financiar cambios, quieren declaraciones de principios orientadores.

Luego de la crisis de 1973, quienes se hicieron del poder real, cambiaron definiciones básicas. El Estado pasó de ser el ente protector a ser considerado la fuente de la pobreza, el agujero negro de los recursos del país. Se introdujo el concepto de Estado subsidiario, es decir, los actores "privados" (curiosa denominación ésta) tendrían la iniciativa, y el Estado tendría un rol sólo compensador en aquellas áreas donde la interacción entre los actores privados actuando como agentes económicos (el mercado) no fuera "suficiente". La libertad de elegir pasó a ser la gran panacea.

Treinta y tantos años después, nos encontramos con un país más rico, pero donde la libertad enriqueció mucho más a los más capaces y a los ya poderosos. La libertad creó desigualdad.

Nos encontramos con un país donde el interés privado subordinó lo público al lucro, y en gran escala. Se leen y escuchan argumentos imbéciles alegando que "todos lucran", eludiendo hacerse cargo del fondo de la queja: el retorno patrimonial del inversionista tiene prioridad por sobre la satisfacción de la necesidad pública encomendada, lo que desprotege precisamente a los más pobres.

La ley de Universidades de 1981, que las declaró sin fines de lucro, descansaba en un cierto sentido común que aún predominaba: era impensable comprar y vender Universidades. Eran instituciones, no empresas, es decir, tenían un fin público, no privado. La Universidad se pensaba como una contribución social, como una forma de donación, nunca como una plataforma de negocios. ¡Cómo cambió eso con los años!

Las organizaciones que han operado maliciosamente al amparo de esa ley se presentan como benefactoras que han dado oportunidad a miles de estudiar una profesión y mejorar sus condiciones de vida. Con ese argumento, La Polar podría alegar que lo importante es que dio acceso al consumo a miles de chilenos que no tenían crédito. Pero el punto es otro. Los recursos para la educación siempre son escasos. No importa cuánto se invierta, siempre es posible idear actividades o requerir recursos que pueden profundizar el aprendizaje o la capacidad creativa. Infraestructura, viajes, equipamiento, financiamiento de proyectos, maestros venidos de los mejores lugares, siempre es posible invertir más. Según la ley, todo lo que el Estado y las familias destinaran a educación, debía invertirse en las instituciones. Los miles de millones que han salido de la Educación a engrosar los bolsillos y el poder político de unos pocos son por ello un fraude a la sociedad chilena. Las declaraciones del Ministro de Educación acerca de que se hará cumplir la ley en su letra y espíritu resultan aún incongruentes con sus propios gestos corporales, lo que unido al poco entusiasmo del resto del Gobierno sobre este punto, da mínima credibilidad a sus palabras.

La "libertad de elegir la educación" es otra falacia engañosa que desinforma y confunde. Nos muestran la "oferta educativa" de la misma manera que las ofertas turísticas. Ud. puede hacer sus vacaciones viajando hacinado en un bus urbano "charter" o en primera clase de un línea aérea. Cada cual compra lo que puede. Así, el Estado no tiene que garantizar ni igualdad de oportunidades ni convergencia cultural, tan sólo subsidios de muy poca monta frente a lo que invierten las familias de más recursos. El Estado queda despojado completamente de su rol de articulador de la convivencia y conservación de la identidad nacional. Así, sólo eligen los que tienen el dinero para financiar sus expectativas. Para los demás, la elección no existe, y lo que el Estado garantiza no satisface a nadie.

Las demandas de los estudiantes se pueden resumir quizás en una sola: no al lucro en gran escala con los bienes públicos. Proveerlos es tarea del Estado.

Sin embargo, es altamente improbable que los actuales gobernantes modifiquen aquello que ha sido su credo y fuente de prosperidad. Lo que sí podemos prever es que el mensaje del próximo gran líder de cambio en Chile ya está definido.

lunes, 4 de julio de 2011

La inasible calidad educativa para la lógica empresarial de mercado

Lo que más me ha chocado de las argumentaciones sobre el tema educacional es su reducción a un tema de dineros o "calidad", en que el Estado es conceptualizado como un dueño privado más, y el sistema educacional como una rama de la industria de servicios. El Editorial de la Tercera del 30 de junio critica la autonomía universitaria para elegir sus autoridades. Bajo la justa exigencia de rendición de cuentas por el uso de los recursos públicos, desliza una meta más ambiciosa: el gobierno "debería impulsar con vigor una reforma del gobierno corporativo de (los planteles estatales), cautelando una razonable autonomía académica, (que) permita que el Estado, como dueño que es, exija cuentas y haga efectivas las responsabilidades por una gestión deficiente". ¿Que la clase política decida "desde arriba" el gobierno de la Universidad? ¿Qué tendría de distinto con el sistema de rectores-delegados?

Un columnista que escribe sobre "la batalla de las ideas" usa el alto número de empleados administrativos como argumento para considerar que el rector de la principal universidad estatal no tendría autoridad para hacer planteamiento o exigencia alguna, como en una suerte de escándalo. Es toda una innovación construir filosofía a partir de la aritmética.

No me convencen. Es más, creo que yerran profundamente en su apreciación.

Los jóvenes se levantan sin un marco ideológico claro ni uniforme. Obvio, son jóvenes. Pero no lo necesitan para observar hechos. La manida receta neo liberal de convertir cualquier tipo de organización en una empresa privada, con el norte de mejorar el uso de los recursos ("ganancia en eficiencia"), muestra en Salud, Educación, Agua, Energía, Deportes y otros ámbitos más el mismo resultado: la enajenación del interés público y su reemplazo por el privado de rentabilidad de la inversión. Treinta años de neoliberalismo han generado riqueza sólo para algunos, los más capaces de mover empresas. Para el resto, la pobreza solo cambió de rostro. Ya no es tanto hambre y frío, como precariedad, endeudamiento y sus secuelas sociales. Los jóvenes entienden muy bien las consecuencias de ser encasillados como clientes de crédito educacional. Nos piden mejores respuestas.

¿Por dónde buscarlas? Está bien considerar los temas de recursos en la discusión (son escasos y por ello se debe minimizar la decepción en su asignación). Pero también debemos reconocer las limitaciones de ver la educación sólo como una usina de servicios. Ese modelo impide percibir el muchísimo mayor caudal de valor transferido por donación, que hace posible la vida social en general y la educación en particular. Hay mucho más valor intercambiado de esta forma que no se mide ni se registra, y que queda fuera de la discusión centrada en contabilidades. Cualquiera que tenga experiencia docente sabe que los mejores profesores son excelentes por su capacidad de crear respuestas adaptadas a cada situación particular, en vez de repetir un proceso optimizado. Hablar de calidad en educación  se relaciona mucho más con la conversación humana que con la línea de montaje o ISO 9000. Se alimenta de cuidados, de respetos, de conocimiento, de poder confiar, de atreverse a explorar y aprender, de sentirse protegido. La realidad es demasiado compleja para reducirla a un contrato, sólo procede el compromiso entre personas, que es una promesa de donación mutua, de invención de lo apropiado a cada nueva circunstancia que el proceso educativo descubre. Por definición, no tiene límite, que es lo esencial para establecer un contrato de suministro. Y cuando se trata de medir ese valor en alguna forma de contabilidad, se le destruye al igual que en el amor, que no acepta otra cosa que la donación innúmera. La ceguera sobre el valor no monetario creado en la educación hace ir de tumbo en tumbo en la creación de consenso y colaboración. Los empresarios perciben tan poco de esto como los educadores de administrar recursos con eficiencia. Este sí que es un tema para trabajar intelectualmente: ¿cómo incorporar el valor no-monetarizado al análisis? ¿Cómo hacer convivir lo cuantitativo con lo cualitativo? ¿hay alguna tradición de pensamiento matemático que aborde este problema, si es que se puede llamarlo así?

Creo ver en el horizonte que más allá de la mecánica de mercado que está solo atenta a los propios intereses, se ve venir una lógica más planetaria. Es la ética de tercera generación, que no sólo busca equidad, sino también sustentabilidad. En la práctica, esto se traduce en profundizar la mirada al planeta, pasando de verlo como "fuente de recursos naturales" (que para "extraerlos" se interviene y destruye toda clase de ecosistemas naturales) al de habitat común con una biodiversidad de formas de vida donde nos necesitamos mutuamente. Se trata de ampliar la percepción más allá del foco de los intereses propios a todos los "impactos" (efectos colaterales no buscados) que generan nuestras acciones y proyectos en otras comunidades y el ecosistema planetario en general. Se trata de cuidar en conjunto para conservar antes que explotar en medio de competencia para maximizar. Esto se aplica al territorio, y también a la educación. Gran parte de lo que le sucede a los estudiantes en un proceso educativo "de calidad", como ya vimos, viene de un cuidado que no puede definirse en un contrato. Y sin embargo, es decisivo en el resultado.


Antes pensaba que el tema del lucro era inevitable y que había que aprender a convivir con él. Sin embargo, a la luz de la burbuja financiera que se viene creando por deudas de estudios para que algunos se apoderen de los recursos (que no es lo mismo que enriquecerse), y también del poder, le encuentro cada vez más sentido a declarar la EDUCACION un territorio libre de convivencias tarifadas.
Tendrá que ser como la justicia: que haya plata de por medio será considerado cohecho, soborno, en suma, delito. Tendrá que ser como en el amor: Cuando hay dinero de por medio, se le llamará prostitución y se hará claro distingo respecto del amor.

Mientras la iniciativa "privada" se movilice por lucro, ciega y ajena al valor donado más allá de la contabilidad, ciega y ajena a la asimetría abusiva entre los que se endeudan para estudiar y sus prestadores de servicios, ciega y ajena a la diferencia entre tratar irresponsablemente con agentes económicos teóricos  en vez de  personas que son pasajeros del mismo navío planetario, tendrá que mantenerse alejada de la Educación.


jueves, 30 de junio de 2011

¡Otra vez el lucro!

Cuando estamos próximos a cumplir un mes de renuncia de los estudiantes a realizar las actividades que la Universidad les ofrece y prescribe para su formación, intento una vez más entender lo que ocurre. Me llama la atención la duración de esta crisis, sin que mediara un detonante inicial potente.  El gobierno hace anuncios de más lógica monetaria en educación el 21 de mayo y poco a poco se empieza a producir este lahar que reúne un descontento profundo de muchos. 

En esta crisis se conjugan por un lado el pobre desempeño educacional de nuestro país en el concierto internacional (una medida más objetiva de que podemos hacerlo mejor, y de la que poco se ha hablado), y por otro lado, el enfoque que se hace de la educación como un mercado de servicios donde lo central es el dinero que se invierte, cómo se gasta, si cuadran las cuentas, si el alumno pagó o no pagó, si el dueño tiene o no tiene poder y un sin fin de otras preocupaciones propias de comerciantes. Antes pensé que era inevitable. Hoy pienso que se requiere de medidas culturales antisépticas.

La educación tiene mucho en común con el amor. Parte por cuidar de otro. Respetarlo con autenticidad, no con la cortesía interesada de hoteles de muchas estrellas. Ayudarlo a crecer. El dinero tiene su lugar en ambos, pero cuando intenta ocupar el centro, lo corrompe todo. El problema es que estamos inmersos en una red de conversaciones que pone el dinero al centro. Las personas encargadas de mejorar la educación solo piensan en servicios. 

No me importa si la educación sale más cara o más barata, con tal de que el espíritu de Maturana y Varela tenga donde existir y multiplicarse. No les imagino "fichando" por una organización donde el Gerente de Recursos Humanos o Cazador de Cabezas pudiera faltarles el respeto pauteándolos o exigiéndoles eficiencia docente. Los profesores universitarios no son obreros del saber al servicio de rectores o decanos sostenedores dueños de inmobiliarias.

Si les confiáramos el amor a esas mismas personas, rápidamente dirían que es un mercado de sexo sin fines de lucro, donde lo importante sería el número de prestaciones y su tasa de crecimiento anual. Muy poco tiempo después, crearían Corporaciones de Promoción del Amor (sin fines de lucro, por supuesto) y luego crearían cadenas inmobiliarias que arrendarían moteles, casetas, vehículos, rincones sombríos y toda clase de gadgets a las Corporaciones para que éstas pudieran ejercer su función promotora. No me sorprendería que también fueran a misa y consideraran la homosexualidad una anomalía.


Hidroaysén es una muestra más de esta manera de ser y actuar. Sabemos que hay que producir energía eléctrica, y sabemos que es un problema serio. Pero para la gran mayoría de los que no tenemos parques naturales propios, y que nos alimentamos de compartir la naturaleza apenas intervenida como una fantasía espiritual de primera necesidad, nos violenta la grosería del poder político y empresarial para atropellar la modesta institucionalidad ambiental en su intento de hacer responder las preguntas que corresponden . Desde el núcleo del gobierno llega la orden impúdicamente pública a los SEREMIS de declarar aprobada la iniciativa, y probablemente a los jefes de servicios técnicos y científicos de sustituir los informes críticos de sus especialistas por cartas de conformidad. Abuso de poder para beneficio de unos pocos es según el diccionario la definición de corrupción. Por ello, Patagonia ¡sin represas!.

Creo que vale la pena hacer esta pérdida de clases, aunque sólo sea para invitar a pensar a nuestros gobernantes y a nosotros mismos en la necesidad de considerar a la poesía en nuestro diseño de organizaciones. La receta neoliberal de convertir previsión, salud, educación, servicios, deportes y otras cosas en empresas de negocios genera eficiencia de funcionamiento, pero enajena los objetivos sociales originales y mata el sentido de "nuestro" que necesita la vida social para ser tal. Hace recordar el titulo de la novela peruana "El mundo es ancho y ajeno".

El clamor de los jóvenes de Chile es por añoranza de lo que no tiene precio, de lo que se da sin medir, sin dejar registro y sin evaluar. Es porque la educación, al igual que el amor, sea un territorio libre de tarifas.

P.D. Sobre los parentescos entre amor y educación, invito a leer esta otra publicación.