lunes, 4 de julio de 2011

La inasible calidad educativa para la lógica empresarial de mercado

Lo que más me ha chocado de las argumentaciones sobre el tema educacional es su reducción a un tema de dineros o "calidad", en que el Estado es conceptualizado como un dueño privado más, y el sistema educacional como una rama de la industria de servicios. El Editorial de la Tercera del 30 de junio critica la autonomía universitaria para elegir sus autoridades. Bajo la justa exigencia de rendición de cuentas por el uso de los recursos públicos, desliza una meta más ambiciosa: el gobierno "debería impulsar con vigor una reforma del gobierno corporativo de (los planteles estatales), cautelando una razonable autonomía académica, (que) permita que el Estado, como dueño que es, exija cuentas y haga efectivas las responsabilidades por una gestión deficiente". ¿Que la clase política decida "desde arriba" el gobierno de la Universidad? ¿Qué tendría de distinto con el sistema de rectores-delegados?

Un columnista que escribe sobre "la batalla de las ideas" usa el alto número de empleados administrativos como argumento para considerar que el rector de la principal universidad estatal no tendría autoridad para hacer planteamiento o exigencia alguna, como en una suerte de escándalo. Es toda una innovación construir filosofía a partir de la aritmética.

No me convencen. Es más, creo que yerran profundamente en su apreciación.

Los jóvenes se levantan sin un marco ideológico claro ni uniforme. Obvio, son jóvenes. Pero no lo necesitan para observar hechos. La manida receta neo liberal de convertir cualquier tipo de organización en una empresa privada, con el norte de mejorar el uso de los recursos ("ganancia en eficiencia"), muestra en Salud, Educación, Agua, Energía, Deportes y otros ámbitos más el mismo resultado: la enajenación del interés público y su reemplazo por el privado de rentabilidad de la inversión. Treinta años de neoliberalismo han generado riqueza sólo para algunos, los más capaces de mover empresas. Para el resto, la pobreza solo cambió de rostro. Ya no es tanto hambre y frío, como precariedad, endeudamiento y sus secuelas sociales. Los jóvenes entienden muy bien las consecuencias de ser encasillados como clientes de crédito educacional. Nos piden mejores respuestas.

¿Por dónde buscarlas? Está bien considerar los temas de recursos en la discusión (son escasos y por ello se debe minimizar la decepción en su asignación). Pero también debemos reconocer las limitaciones de ver la educación sólo como una usina de servicios. Ese modelo impide percibir el muchísimo mayor caudal de valor transferido por donación, que hace posible la vida social en general y la educación en particular. Hay mucho más valor intercambiado de esta forma que no se mide ni se registra, y que queda fuera de la discusión centrada en contabilidades. Cualquiera que tenga experiencia docente sabe que los mejores profesores son excelentes por su capacidad de crear respuestas adaptadas a cada situación particular, en vez de repetir un proceso optimizado. Hablar de calidad en educación  se relaciona mucho más con la conversación humana que con la línea de montaje o ISO 9000. Se alimenta de cuidados, de respetos, de conocimiento, de poder confiar, de atreverse a explorar y aprender, de sentirse protegido. La realidad es demasiado compleja para reducirla a un contrato, sólo procede el compromiso entre personas, que es una promesa de donación mutua, de invención de lo apropiado a cada nueva circunstancia que el proceso educativo descubre. Por definición, no tiene límite, que es lo esencial para establecer un contrato de suministro. Y cuando se trata de medir ese valor en alguna forma de contabilidad, se le destruye al igual que en el amor, que no acepta otra cosa que la donación innúmera. La ceguera sobre el valor no monetario creado en la educación hace ir de tumbo en tumbo en la creación de consenso y colaboración. Los empresarios perciben tan poco de esto como los educadores de administrar recursos con eficiencia. Este sí que es un tema para trabajar intelectualmente: ¿cómo incorporar el valor no-monetarizado al análisis? ¿Cómo hacer convivir lo cuantitativo con lo cualitativo? ¿hay alguna tradición de pensamiento matemático que aborde este problema, si es que se puede llamarlo así?

Creo ver en el horizonte que más allá de la mecánica de mercado que está solo atenta a los propios intereses, se ve venir una lógica más planetaria. Es la ética de tercera generación, que no sólo busca equidad, sino también sustentabilidad. En la práctica, esto se traduce en profundizar la mirada al planeta, pasando de verlo como "fuente de recursos naturales" (que para "extraerlos" se interviene y destruye toda clase de ecosistemas naturales) al de habitat común con una biodiversidad de formas de vida donde nos necesitamos mutuamente. Se trata de ampliar la percepción más allá del foco de los intereses propios a todos los "impactos" (efectos colaterales no buscados) que generan nuestras acciones y proyectos en otras comunidades y el ecosistema planetario en general. Se trata de cuidar en conjunto para conservar antes que explotar en medio de competencia para maximizar. Esto se aplica al territorio, y también a la educación. Gran parte de lo que le sucede a los estudiantes en un proceso educativo "de calidad", como ya vimos, viene de un cuidado que no puede definirse en un contrato. Y sin embargo, es decisivo en el resultado.


Antes pensaba que el tema del lucro era inevitable y que había que aprender a convivir con él. Sin embargo, a la luz de la burbuja financiera que se viene creando por deudas de estudios para que algunos se apoderen de los recursos (que no es lo mismo que enriquecerse), y también del poder, le encuentro cada vez más sentido a declarar la EDUCACION un territorio libre de convivencias tarifadas.
Tendrá que ser como la justicia: que haya plata de por medio será considerado cohecho, soborno, en suma, delito. Tendrá que ser como en el amor: Cuando hay dinero de por medio, se le llamará prostitución y se hará claro distingo respecto del amor.

Mientras la iniciativa "privada" se movilice por lucro, ciega y ajena al valor donado más allá de la contabilidad, ciega y ajena a la asimetría abusiva entre los que se endeudan para estudiar y sus prestadores de servicios, ciega y ajena a la diferencia entre tratar irresponsablemente con agentes económicos teóricos  en vez de  personas que son pasajeros del mismo navío planetario, tendrá que mantenerse alejada de la Educación.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantasiosas sugerencias, dignas de novela.

El egoísmo humano es algo natural en el ser humano, con tan pocas y raras excepciones que le damos a algunas de esas acciones, el carácter de hazañas. Se usan palabras como heroico y santo, cuando hacemos actos altruistas notables.

Entonces, ¿por qué atribuirle a un conjunto de empleados fiscales cualidades heroicas y de santidad? Acaso el estado es la nueva religión que ilumina la razón y eleva al cielo a sus empleados?

¿Por qué atribuirle a otros seres humanos que trabajan para el sector privado cualidades de delincuentes?

No es lo uno ni lo otro.

Por lo visto la filosofía y el análisis no aparecen por ninguna parte para discernir un poco mejor la trama de la educación.

Somos seres humanos perfectibles, y nuestras creaciones pueden mejorarse. Pero una de las cosas más terribles que puede ocurrir es creer que los funcionarios e instituciones del Estado incluyendo universidades estatales, sean sacrosantas organizaciones, llenas de perfección y de grandes sabios.

Es la peor idiotez filosófica que he escuchado. Son seres humanos comunes y corrientes igual que los demás.

Por lo tanto, comprendamos que necesitamos de las universidades estatales y privadas por igual. La creatividad no puede restringirse a los funcionarios y organizaciones estatales. Es ir contra natura.

Y una última reflexión para los que buscan más y más intromisión del estado. Cuando un ser humano busca la libertad y es más creador, va a chocar siempre con la burocracia estatal. En cambio en el mundo privado siempre hay más espacios de libertad. Si todo fuese estatal, y no le caemos bien al gobernante de turno y sus amigos, careceríamos de posibilidades de desarrollo.

La existencia del mundo privado y del público es necesaria. Pero con justicia. Los estudiantes que pueden pagar, deben hacerlo. Aquellos que no tienen recursos pero tienen capacidad, deben tener la oportunidad a becas como créditos con un interés mínimo. Y la posibilidad de que por servicios distinguidos a la Patria, se les cancele parcial o totalmente la deuda.

Justicia siempre. No injustas proposiciones que terminan dañando al mismo pueblo que se quiere beneficiar

Waldo Valderrama dijo...

Estimado comentarista anónimo:

En primer lugar, le invito a serenarse, y restringir el uso de términos agresivos tales como "idiotez" o frases sarcásticas como la de apertura de su comentario.

Voy a suponer que acepta la propuesta y dialogamos en paz.

La tarea no es fácil, sobre todo si acepta que lo que está en juego no son solo ajustes al modelo existente, que ha sido la postura del gobierno. La postura de los estudiantes cuestiona el modelo mismo. Por un lado, ajuste técnico, por el otro, debate doctrinal. Es obvio que suscribo la visión de que el modelo vigente requiere revisión doctrinal.

Sobre su mención al egoísmo humano, la santidad y el heroísmo, me temo que le faltan bits de resolución a su escala. Su dicotomía entre héroe y egoísta, sin matices, en blanco y negro, simplifica en exceso algo que admite bastante más variedad. Todos los seres humanos combinan grados variables de egoísmo y altruismo, según su educación, capital cultural y las circunstancias (momento y entorno). Convengo con Ud. que el Estado no es la sede de la heroica santidad ni el sector privado la sede del crimen organizado. A la inversa, el Estado no es la sede de la corrupción, ni la iniciativa privada la reserva moral de la sociedad.

El planteamiento que rechaza el lucro en educación puede ser interpretado como rechazo a la priorización de los inversionistas, con sus intereses y necesidades, por encima de los ciudadanos. No es la apología del Estado, sino del sentido ciudadano. No niega la existencia de universidades privadas, sólo les demanda renunciar al lucro y operar como aquéllas que existen por décadas y con bien ganado prestigio.

En cuanto a la educación escolar, el postulado de educación sin lucro debe ser contrastado con la factibilidad de dar la cobertura en base a organizaciones sin fines de lucro y el Estado. Tiene riesgos indudables si el Estado es el único proveedor, sobre todo si se apoderan de él grupos de pensamiento totalitario, que los hay. La mirada alternativa de calificar la acción del Estado primariamente como intromisión es equivalente a la de atribuir santidad a la acción privada (no sería necesaria intervención alguna).

La libertad desconectada del sentido ciudadano integrador se transforma también en un potencial destructivo de la sociedad humana, la que degenera en una estructura de productores y consumidores, donde al igual que en muchos fenómenos del mundo físico, algunos entes se apoderan paulatinamente de todos los espacios disponible, negando con su poder el ejercicio de la libertad del resto.

Le invito a ponerse en el lugar de los menos iguales.