viernes, 10 de agosto de 2007

¿Catecismo o Ciencia?

Estamos tan habituados a aprender ciencia como la revelación de lo ya consagrado e incuestionable, que no nos damos cuenta de lo contradictoria que es esta práctica.

Así, los textos los vemos como sagradas escrituras, las salas tienen la organización de templos rituales, y los profesores actúan cual sacerdotes dotados de poderes especiales para representar a la verdad y comunicarnos con ella (y para reprobar a quien no recite las oraciones de la ciencia correctamente)... El estudiante sólo tiene que escuchar, tomar nota, y a lo más consultar si no comprende. Nunca es parte de un debate. El profesor no tiene que demostrarle nada. El ya vive en la verdad. Esta manera de aprender los resultados de la ciencia no tiene nada que ver con hacer ciencia.

La ciencia surgió y subsiste aún como un método para observar, entender y predecir válidamente el comportamiento del mundo material.

Sin embargo, a diferencia del dogma que no cambia nunca (salvo tras algún cónclave muy ocasional de un reducido número de autoridades), las verdades científicas pueden ser desafiadas por cualquier persona con tal de que utilice método científico. Presentando nuevos fenómenos antes desconocidos que se incorporan a la discusión, demostrando errores en las teorías o experimentos disponibles, o proponiendo nuevas teorías, es posible modificar lo hasta ese momento considerado verdadero. En este sentido, ciencia es controversia y debate permanente, donde cada individuo o escuela de pensamiento intenta convencer a sus pares de sus planteamientos o explicaciones. No hay una "autoridad" superior que dicte lo verdadero. No es casualidad que surja y se desarrolle en paralelo con la democracia moderna. Y si no hay consenso, el tiempo es el verdadero juez del conocimiento efectivo, que llamamos verdadero.

La ciencia es una actividad esencialmente cooperativa y comunitaria, donde cada cual al publicar sus trabajos o participar en congresos contribuye a un proceso colectivo de depuración de teorías, técnicas experimentales y datos relevantes que nadie por sí sólo podría efectuar.

Los artículos científicos son el instrumento de trabajo más esencial. Mediante ellos se comunica el propio trabajo, tanto experimental como teórico, para que pase la prueba de ser conocido, revisado, criticado, respaldado o corregido.

No se escriben artículos científicos sobre cosas sabidas. Para ello están los artículos que originalmente se publicaron, las monografías que resumen y ordenan el contenido de muchos artículos, o los textos de estudio que ofrecen un camino didáctico de aprendizaje.

Los artículos están para comunicar lo nuevo, lo que ya se observa pero aún no se entiende. Se parece a un esfuerzo colectivo para resolver un gran rompecabezas donde hay que hallar todas las piezas que corresponden y hacerlas calzar correctamente.

La ética científica, es decir, las reglas de conducta que hacen sustentable la vida de la comunidad científica, incluye normas sobre la autenticidad de las observaciones experimentales reportadas, el apego al rigor en la búsqueda de coherencia, el respeto al talento ajeno que se nos adelanta en descubrir la solución a un problema que venimos trabajando, y por sobre todo, un propósito fundamental de servicio a la sociedad. El prestigio que ha logrado la actividad científica no sólo descansa en el poder del conocimiento, sino en su aplicación para el beneficio de todos.

¿Cuántos estudiantes tienen oportunidad de aprender la ciencia tal como la practican los científicos?

jueves, 2 de agosto de 2007

otorafia y rreaxio

Tengo una sensación incómoda acerca de la ortografía y redacción en el lenguaje escrito que veo en muchos lugares, también en la Universidad.

El tema no es simple para mí. Por un lado, parece ser un rasgo de la posmodernidad el que falta tiempo para hacer tanta cosa, que no vale la pena dedicar mucho tiempo a pulir textos, que lo importante es comunicarse y darse a entender, los teléfonos y otros dispositivos casi promueven esta escritura abreviada...Creo que hay algo de verdad en ello.

Sin embargo, creo que usar esta forma de codificación irreflexivamente, establece hábitos y consagra límites expresivos que puede que no ayuden a nuestro ideal sansano de alcanzar el más alto grado del saber humano.

Consideremos razones de protocolo (formas aceptadas de codificación): No me imagino aún un curriculum vitae o una carta de presentación para una práctica o trabajo escritas con "k" en vez de "qu", "y" en vez de "ll", sin acentos, sin haches, con frases inconexas, carentes de sintaxis. También, los mensajes se distorsionan cuando lo escrito es pariente sólo fonético de lo expresado. Casarse no es lo mismo que cazarse. Saltar bayas es tan absurdo como comerse una valla.

Es cierto que los humanos somos más tolerantes que las máquinas a las ambigüedades lingüísticas, y podemos cometer "faltas" que un programa de computación no toleraría. Pero es un hecho que nadie se distingue positivamente por estas prácticas, ni mejora sus posibilidades de selección cuando compite con cientos o miles de postulantes. Por el contrario, es considerado una limitación. Entre los propios miembros de las comunidades que se comunican de esta forma, ésta se acepta pero no se admira. Quizás ahorra tiempo el que escribe, pero no necesariamente los que leen tratando de entender.

Me toca corregir memorias. Es muy arduo comprender las ideas que intentan comunicar quiénes no han trabajado sus capacidades de redacción. A veces, son incomprensibles. Más tarde, pueden ser proyectos que no tendrán éxito porque su lenguaje agota a los evaluadores. Pueden ser planes de negocios que no se entenderán, y financiamientos que no llegarán, o llegarán, pero más caros. Pueden ser becas de postgrado que no se obtendrán. Pueden ser trabajos que no se conseguirán. Pueden ser promociones y ascensos que se retardarán o no llegarán nunca. Son miedos que poco a poco paralizan a la hora de atreverse a plantear ideas nuevas. Son expectativas frustradas.

No creo que forzar a usar un lenguaje más rico y coherente a través de poner notas o rechazar tareas sea el mejor camino. Me haría odiar por muchos, los resultados serían mediocres, y el conocimiento mismo quedaría más postergado aún por este clima de presión. Si bien, las razones prácticas que señalaba al comienzo pueden ser consideradas válidas, la razón de fondo es mi convicción de que obligar es propio de adiestradores o de tiranos, y así se forma nuevos domadores y tiranos.

En la Universidad, lo que debe primar es la argumentación, y el respeto a la libertad de discernir de cada uno, bajo el propósito común de crecer humanamente. Aunque eso signifique asumir que no siempre tendré éxito en la empresa específica de elevar el valor intelectual y estético de las comunicaciones escritas de los estudiantes. Pero ganamos en algo más amplio e importante: promover la dignidad de la vida universitaria, que deja a todos y a cada uno de nosotros la tarea de reflexionar y actuar en consecuencia con responsabilidad.