jueves, 10 de noviembre de 2005

Responsabilidad Social y Universidad

En el mundo empresarial, la responsabilidad social surge como un nuevo marco de legitimidad. La empresa se concibe como un actor social ciudadano que busca ser respetado y valorado, compitiendo en el mercado bajo normas éticas autoimpuestas en su gestión, en la relación con sus clientes, trabajadores o vecinos, y con el medio ambiente. Se requieren profesionales formados en esta perspectiva, lo que pone una exigencia mayor a las universidades. Para responder en forma eficaz, deben vivir ellas mismas la responsabilidad social en todos sus procesos como una empresa más, incluida una gestión transparente.

Sin embargo, la responsabilidad social de la Universidad va más lejos. El proyecto Universidad Construye País (www.construyepais.cl) ha propuesto una definición que incluye temas que usualmente no son contenido de un plan de estudios, sino elementos de la cultura de la institución que retratan su ser. Entre ellos destacan

  • la capacidad de percibir la complejidad sistémica del mundo;
  • el respeto a la dignidad humana, a la diversidad y la no discriminación;
  • el sentido de libertad y creatividad;
  • la conducta ciudadana de participación democrática responsable;
  • la integridad y voluntad de justicia;
  • la solidaridad en la convivencia;
  • la búsqueda de bien común y equidad;
  • el compromiso con la preservación medioambiental y el desarrollo sostenible.
En el ámbito de la ingeniería, deberíamos agregar el sentido de la calidad, la conservación de los recursos, la prevención de riesgos y la producción de habitat saludables como formas específicas de expresión del sentido social.

L
os cursos tradicionales sirven poco para desarrollar estas orientaciones del comportamiento y la sensibilidad. El modelo clásico de educación como línea virtual de montaje "a la Taylor", donde la relación del alumno con la institución se centra en las relaciones verticales de los cursos, tareas, certámenes, laboratorios e informes da poco lugar a este desarrollo, salvo como "externalidad" o "curriculum oculto" en los infaltables subversivos de cualquier orden social asfixiante.

Por otra parte, en el enfoque de la universidad como "industria educativa", centrado en optimizar servicios según consideraciones de productividad, costo y calidad reproducible, el diseño educacional es resorte exclusivo del proveedor, en una lógica de "lo toma o lo deja". Los alumnos-clientes tienen menos oportunidad de aprender a opinar sobre el sentido de lo que se les propone que hagan, aprendan y sean, porque "no les compete".

Los alumnos desarrollan consciente e inconscientemente el sello formativo característico que marca su acción posterior, incluido el aprender a estar ajeno a determinadas preocupaciones, a partir de las conversaciones y actos que espontáneamente impregnan la cultura de su alma mater.

Se requiere experiencia vivencial, reflexión, comunidad, iniciativa personal libre, a través de espacios creativos institucionales colectivos, a la manera de ciertos talleres en la formación de arquitectos. Transitar desde el rol de "alumno" al de "profesional en formación", donde la responsabilidad social se aprende practicándola en un número de horas dedicadas a desarrollar proyectos como requisitos de titulación, con la guía atenta de profesores embebidos de los valores y prácticas pertinentes. Es como realizar varias memorias partiendo el primer día de ingreso, respondiéndose a las preguntas: ¿qué proyectos me gustaría realizar? ¿a quiénes sirvo con ellos? ¿cómo se financian? ¿cómo pueden hacerse con eficiencia? ¿ cómo hago un mundo mejor a través de ellos?

Responder según una visión y competencias autodesarrolladas en la acción colectiva, libremente asumidas antes que por imposición de autoridades que definen las "competencias". La autorregulación y la responsabilidad social van de la mano.

Según mi experiencia, la mayoría de los proyectos que surgen espontáneamente de las mentes estudiantiles tienen propósitos sociales.

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